"El verde de la selva, es un verde de enfermedad, es un verde de dolor, es el verde de los preámbulos de la muerte."
"La selva es la prisión. En la selva no hay horizonte, estás rodeado de una vegetación espinosa, agresiva, que te cierra el espacio. No hay caminos, no puedes salir...
Conocimos el dolor en todas sus dimensiones. Primero el dolor del alma por la pérdida de la libertad, que es como perder la dignidad. Esa ausencia de uno mismo es el primer dolor que se lleva en el alma, a ése se le suman todos los demás dolores, los pequeños y los grandes. La selva es un lugar hostil. Todo duele en ella. La piel no es un espacio de protección, sino de dolor. En la selva, todo pica, todo rasca, todo incomoda. Tener un cuerpo en la selva es tener un peso adicional, porque el cuerpo es simplemente un espacio de dolor. Vivir duele, respirar duele, no ver a las personas que uno ama duele.
Yo siempre me había sentido bendecida por la vida, consentida por la vida. Cuando me llega todo esto-el secuestro, la muerte de mi padre, la soledad de mi madre- hay dos caminos: uno es el de negar a Dios y, por tanto, pensar que todo es fortuito, absurdo, un caos sin explicación ni respuesta. El otro camino es buscar a Dios. Durante mi secuestro pude conseguir tener una Biblia, eso cambió mi vida.
En el dolor de la selva no puedes aceptar a cualquier Dios. El Dios ritual de tu infancia no te basta. No te basta con pensar que Dios es amor o que no puedes explicarlo. En la selva necesitas un Dios racional. Si tu fe no es racional, si no estás seguro de que Dios existe, no puedes entablar una relación con Él. No te basta la tradición. La religión católica no nos ha abierto a leer la Biblia, como si los creyentes fuéramos minusválidos intelectuales, sin capacidad para grandes búsquedas teológicas, y eso estuviera reservado a los intelectuales. Pero la Biblia es un instrumento extraordinario. Hay que leer la Biblia con tranquilidad, sin orejeras que te condicionen a leerla por encima, sin entender el retrato humano de la relación de Dios con el hombre. Leyéndola entendí, que Dios no es sólo energía, ni luz, ni partículas de cosmos, sino que Dios es un ser humano y lo que nosotros tenemos de humanos, es lo que tenemos de Dios, y, por tanto que su relación con nosotros es una relación de palabras, y creo que eso es fundamental: entender que somos seres de palabras. Entonces, a través de la Biblia llega la palabra de Dios con una riqueza infinita de códigos humanos. Todos sus personajes están retratados con sus debilidades, sus miserias, sus pequeñeces. Todos estamos retratados ahí. Yo descubrí a un Dios con sentido del humor, con sentido de la autoridad, un Dios que educa, un Dios que ama, pero sobre todo , que es un Dios en el sentido de que lo puede todo. Y pudiéndolo todo, Dios podría haber hecho, en vez del ser humano, un robot perfecto, sin defectos, un robot programado para hacer el bien. La pregunta es por qué Dios hizo al hombre libre, por qué no lo hizo como un robot. La respuesta es muy hermosa, y es que un robot puede estar programado para amar, pero si no tiene libertad de no hacerlo, el amor no tiene valor.
Esa transformación ha cambiado mi vida porque si uno es consecuente y su racionalidad acepta a Dios, todo cambia, porque deja uno de ser pasivo y se vuelve activo frente a uno mismo. Es una enorme liberación pensar que uno es libre, que puede cambiar, que puede ser mejor humano".