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sábado, 13 de marzo de 2010

Miguel Delibes: Un escritor enamorado


Esta entrada fue escrita el 25 de Abril de 2008. He considerado reponerla en homenaje al escritor recientemente fallecido, Miguel Delibes.


Es uno de los escritores españoles vivos, más importante del siglo XX. Nació en Valladolid en 1920. Pero su inmensa obra -medio centenar de novelas y ensayos, rematados por el Nadal en 1947 y el Premio Cervantes en 1993- ha eclipsado otros aspectos de su biografía.
Ángeles, su esposa, fallecida cuando era aún joven, en 1974. La mujer de su vida. Después de la muerte de Ángeles, Delibes, que ya era un clásico vivo de la literatura española, sufrió un bache emocional. Recuerda el escritor :"Ella, con su sola presencia, aligeraba la pesadumbre del vivir. Siempre fue bella, pero, cuando la conocí, era tan bonita, inteligente y atractiva que tenía alrededor un centenar de moscones. Yo tenía un par de años más que ella, pero nos enamoramos, en el 46 nos casamos y en el 73 la perdí. Eso duró mi historia sentimental.
Ella era incapaz de rencores, hacía un gesto: se colocaba un hilo blanco en el dedo meñique para marcar sus enfados. Si el hilo se caía, olvidaba sus motivos de enojo. Me absolvía. Era todo cariño, tan lejos del rencor, que a veces no recordaba por qué se había atado el hilo en el dedo. Su encanto, su entrega, su disponibilidad; cuando una persona entra en uno, se hace indispensable y no es fácil olvidarla. El amor llega a ser una costumbre y no reparamos en sus efectos. Por eso yo lamento no haberle dicho a tiempo cuánto le amaba y cuánto la necesitaba. Era un sentimiento de pérdida tan hondo que no me consolaba de haberlo silenciado. Antes de morir ella dijo: En el peor de los casos, yo he sido feliz 48 años; hay quien no logra serlo 48 horas en toda u
na vida. De la foto de Ángeles quinceañera que abre mis obras completas volví a enamorarme cada vez que la veía. Así pasó este último año, esperando que amaneciera para mirar su fotografía.
El estado de felicidad no existe en el hombre. Existen atisbos, instantes, aproximaciones, pero la felicidad termina en el momento que empieza a manifestarse.
Nunca llega a ser una situación continuada. Cuando no tienes nada, necesitas; cuando tienes algo, temes..."

Durante años, esa ausencia era una presencia íntima y dolorosa, una herida de la que acaso le ayudó a salir un libro memorable, íntimo, casi secreto: "Señora de rojo sobre fondo gris"

Un pintor cuenta a su hija la relación que tuvo con su mujer, recién muerta tras una operación. Este es el planteamiento de este volumen de Miguel Delibes. El pintor ha perdido la inspiración: a lo largo de la obra se descubre cómo es la enfermedad de Ana, su mujer y su musa, la que le ha ido privando de ésta, ya que desde que comenzó su padecimiento no consigue volver a pintar nada nuevo.

El nombre del libro viene del nombre de un cuadro. Ana tenía simpatía por un viejo pintor, García Elvira, al que atendía tras haberse quedado viudo. García Elvira es el que la retrata: "fue en esa etapa cuando le pintó el famoso retrato con el vestido rojo. [...] eludió el fondo; únicamente una mancha gris azulada, muy oscura, en contraste con el rojo del vestido". Entonces es el narrador el que hace ver sus celos por el pintor, que intenta seducir a su mujer, y por su obra, pues no podía soportar que hubiese sido otro el que la captó en todo su esplendor.

El tumor cerebral que acabará matando a Ana va apareciendo poco a poco, y en cada capítulo se van apreciando los cambios que presenta. Narra cómo la actividad frenética de su mujer va disminuyendo a la vez que su capacidad creativa. Ella lo intuía, pero no pensaba que su carencia de creatividad fuera eterna ni que se debiese a ella. Hasta que un día, por fin se atreve a confesarle la razón: "Desde que enfermaste". Pero pese a la enfermedad, su falta de ánimo, y pese a la pobreza creativa de su marido, Ana seguía fiel a la belleza. Narrado desde la primera persona de su marido pintor, Delibes cuanta la historia de una vida dedicada al arte y a la estética, a la suya y a la de su familia, a la protección de su marido y de su obra.

Miguel Delibes