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martes, 26 de agosto de 2008

Cuando AVEDON mató la moda



Para Richard Avedon (1923-2004), la fotografía de moda fue más un medio de vida que de expresión. El hombre que revolucionó las estáticas estampitas de las revistas, que logró que el lujo pareciera algo fresco y vivo, terminó hastiado del mundo que le había dado gran parte de su fama y dinero. Para él, la belleza era otra cosa y estaba en otro sitio.
"Hay una línea que separa la moda de lo que yo llamo mi trabajo profundo. A nadie le importa lo que pienso de mí mismo, pero lo que yo me considero es un retratista". Avedon pronunciaba estas palabras en 1974. A sus espaldas, casi treinta años decisivos en
Harper's Bazaar y en Vogue, y la certeza de que ya era uno de los grandes fotógrafos del siglo XX quien, con un legado portentoso, había capturado los rostros de artistas, escritores, políticos, modelos, obreros y marginados.
Pero su relación con la moda venía de más atrás. Su padre era dueño de una tienda de ropa, y desde niño estuvo familiarizado con los escaparates. Rodeado de mujeres (su madre, su hermana, sus primas y tías), se acostumbró a espiarlas y escucharlas hablar de belleza y vestidos.
Sin embargo el 6 de noviembre de 1995,
The New Yorker publicaba el último reportaje fotográfico de moda de Avedon. Bajo el título In memory of the late Mr. and Mrs Comfort, el fotógrafo neoyorquino - que moriría de un derrame cerebral en Tejas en 2004 - narraba en 26 páginas a todo color una "fábula" de terror y destrucción, una puesta en escena barroca, un infierno de lujo y costura. Un Avedon irreconocible daba un portazo a la moda con una traca de fuego, sexo y pagana ostentación.
El hombre que supo capturar como pocos la otra cara de algunas de las máscaras más geniales de la historia (Marilyn, Bacon, Isak Dineesen), que encontró verdad en personas anónimas del Oeste americano, que fue una mirada fundamental al new look de la posguerra y cuyo nombre era sinónimo de sofisticación y glamour, se despedía denunciando a la misma sociedad de consumo que le había alimentado. Adiós moda. Adiós seducción.
Avedon sabía que el miedo es uno de los motores del ser humano:
"Nos ocultamos de nosotros mismos, pero todos buscamos lo mismo: ser aceptados, ser consolados"

domingo, 17 de agosto de 2008

La soledad


El ritmo atropellado e inhumano ha provocado una fragmentación de las familias. La soledad se ha convertido en la plaga silenciosa del siglo XXI. El director de cine Jaime Rosales, reflexiona sobre este sentimiento:
"La sociedad del bienestar nos ha aportado a los habitantes de los países desarrollados muchas buenas cosas, como la seguridad y el confort. Éste último es muy agradable, y la seguridad es importante. Pero una gran parte del engranaje de las sociedades modernas, a través de sus múltiples mecanismos de control, nos ha intentado convencer de que los seres humanos somos unas máquinas cuyas principales funciones son producir y consumir. Ese engranaje ha provocado una alteración de nuestros ritmos vitales naturales. Vamos de un lugar a otro a toda prisa; nos comunicamos sin cesar con un gran número de personas desconocidas; no tenemos tiempo para estar con nuestros amigos y con la familia.
El avance de las sociedades industriales nos ha llevado a una excesiva individualización en la vida de las personas. Y esto nos ha empujado hacia el abismo de la soledad. Una soledad dolorosa, oprimente. Una soledad de la que no parece fácil escapar.
En mi película "La soledad" trato, entre otras cosas, de este tema. Desde mi punto de vista, existen varios tipos de soledad. La soledad más clara, la que más preocupa a la gente, es la soledad que consiste en la falta de compañía. La fragmentación de la familia y la individualización de la vida afetiva y profesional tiene mucho que ver con este problema. Países como Estados Unidos o Japón son los que más sufren este tipo de plaga, por el hecho de ser países más avanzados.
Cuando empezamos a pensar más en nosotros mismos que en los seres que más queremos, ese egoísmo individual, puede ser el portador de todos los males.
Me parece que lo más urgente pasa por buscar reencontrarnos con nuestra naturaleza más humana, por abandonar un poco ese ritmo tan dañino que nos cosifica. Debemos reaprender a compartir. A compartir cosas; a compartir tiempo; a compartir ilusiones y proyectos; a compartir también -es fundamental- experiencias dolorosas, frustraciones y desencantos. Tengo confianza en que sabremos retomar el buen rumbo. No puede ser de otra manera. Creo que, poco a poco, volveremos a recuperar el amor de los unos por los otros y podremos abandonar, de esta manera, la soledad que tanto dolor nos causa".

JAIME ROSALES
(Barcelona, 1970. Estudió cine en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños (Cuba) y en Australian Film Television and Radio School (AFTRS) de Sidney. Con su primer largometraje, "Las horas del día" (2003) obtuvo el Premio de la Crítica en el Festival Internacional de Cine de Cannes. Su siguiente película "La soledad" (2007), consiguió tres premios Goya. Ha termindo de rodar su tercer trabajo: "Tiro en la cabeza".

domingo, 10 de agosto de 2008

No me quites tu risa






Espero que Sibyla sepa disculparme, por esta irrupción en su intimidad. Hoy, su post lo escribiré yo. Soy Victor, su marido.

Conocí a Sibyla en el esplendor de la juventud en un verano en Granada, aún tengo grabada en la memoria el intenso azul de su vestido pero sobre todo la impresión que dejó en mi, su sonrisa. ¿Cómo podría describir con palabras su alegría?. ¿Habéis visto volar una gaviota contra el viento de poniente?. ¿Habéis visto un velero atravesar el
estrecho rompiendo las olas?. Pues algo así. Yo creí que esa alegría se aplacaría con el tiempo, con la rutina de lo cotidiano o la monotonía de la vida. Pero no fue así. Y cada mañana haga frío o calor, vayamos a trabajar o alguien esté enfermo, el primer sol que brilla en mi casa es su sonrisa. ¿Cómo podría agradecérselo?. Tal vez dedicándole este poema y esta canción:

No me quites la rosa,
la lanza que desgranas,
el agua que de pronto
estalla en tu alegría,
la repentina ola
de plata que te nace.

Mi lucha es dura y vuelvo
con los ojos cansados
a veces de haber visto
la tierra que no cambia,
pero al entrar tu risa
sube al cielo buscándome
y abre para mí todas
las puertas de la vida.

Amor mío, en la hora
más oscura desgrana
tu risa, y si de pronto
ves que mi sangre mancha
las piedras de la calle
rie, porque tu risa
será para mis manos
como una espada fresca,
en las horas oscuras.

Junto al mar en otoño,
tu risa debe alzar
su cascada de espuma,
y en primavera, amor,
quiero tu risa como
la flor que yo esperaba,
la flor azul, la rosa
de mi patria sonora.

Riéte de la noche
del día, de la luna,
ríete de las calles
torcidas de las isla,
ríete de este torpe
muchacho que te quiere,
pero cuando yo abro
los ojos y los cierro,
cuando mis pasos van,
cuando vuelven mis pasos,
niégame el pan, el aire,
la luz, la primavera,
pero tu risa nunca
porque me moriría.

martes, 5 de agosto de 2008

Lucian Freud, "El mundo es su paleta"



Nieto del inventor del psicoanálisis, es el artista vivo más caro del mundo. Marcado por su huida de la Alemania nazi a la edad de diez años, sólo pinta rostros angustiados y cuerpos torturados.
Nacido en Berlín hace 85 años, Lucian Freud era niño cuando Ernst, su padre, se lo llevó lejos del nazismo. Sigmund, su abuelo, murió en 1939 en la casa londinense donde la familia se había refugiao. Lucian quedó marcado para siempre por esta experiencia, por ello, el sufrimiento y el miedo, así como la esperanza y la rebelión son frecuentes en su obra.
Opiniones del artista:

"El arte del retrato no está en el parecido, sino en la actitud. Emana de la intensidad de la mirada.Mucha gente tiende a mirar un retrato no como una obra de arte, sino para buscar un parecido con el modelo. Me parece un profundo error, pero, sin embargo es muy interesante. Por ejemplo, hace algunos años, mientras trabajaba en un autorretrato, me encantó oír a la señora de la limpieza decir que había creído verme al entrar en la estancia. Me gusta cuando la gente dice cosas extremedamente contradictorias a propósito de mi trabajo, como "es muy feo" o "es muy bonito", o cuando me preguntan si voy a buscar mis modelos a un asilo.
La peor banalidad que se puede decir de una obra de arte es que es intemporal. Esto activa en mí una especie de pánico. La idea de que algo va mal si la obra da la impresión de estar anclada en el instante es insensata. Uno de los puntos comunes de todo gran arte es que te implica personalmente. Lo mismo ocurre en literatura. Una de las cosas que me gustan especialmente de Saul Bellow es que tengo casi la impresión de haber escrito el libro yo mismo. Existe en esto un grado de convicción que es capaz de arrastrarte de una manera que parece casi innata.
Cuando me preguntan, si he sentido la tentación de hacer escultura, contesto que
pintar me parece ya bastante difícil. Pero hice algunas esculturas cuando era joven, una de ellas de alabastro, de un pez sobre una roca. Se la dí a mi abuelo, quien, más tarde, me dijo: "¿Sabes?, cuando hagas tu primera exposición te compararé algo". Conservé arcilla en el sótano durante un tiempo e hice algunos intentos. Al principio duelen los dedos, pero supongo que a todo se acostumbra uno.
Me gustan las esculturas de Matisse, son asombrosas, emana de ellas un sentimiento de revelación, quizá no habrían visto la luz de no ser por Rodin. Lo valoro mucho también como pintor...cuando veo una serie de cuadros modernos, los de Matisse sobresalen del lote. Además lo más maravilloso es su manera de utilizar las formas. La gente admira el lado asombroso e inventivo de Picasso - que no se le puede discutir- pero, muchas veces, de forma más discreta, Matisse había hecho ya lo mismo con más inventiva aún".

Cuando uno visualiza sus obras, puede entender que sea el pintor vivo más cotizado, el mundo es su paleta, y pinta con la misma intensidad las más nobles y las más humildes de las criaturas.