Jorge Semprún, "Todo me había ocurrido, ya nada podía sucederme"
En "La escritura o la vida", Jorge Semprún, este intelectual español y francés, cuenta su experiencia como deportado 44.904 en el campo de concentración de Buchenwald, en la Alemania de Hitler."Todo
me había ocurrido, ya nada podía sucederme. Nada sino la vida, para devorarla con avidez".
"Mi madre murió cuando yo era muy niño de una cosa absurda: una infección producida por el roce de un zapato demasiado estrecho. Entonces no existía la penicilina, con ella no se hubiera muerto.
Era muy cariñosa, y en mi recuerdo bellísima...Pero no puedo contrastar mi recuerdo con la realidad porque no tengo nada sino mi propio recuerdo. No hay ningun recuerdo de la familia. La guerra civil lo destruyó todo, papeles, fotos...
Exiliado español, huérfano de madre muy pronto, nieto de Antonio Maura, abrazó la diáspora mientras estaba en Biarritz. Fue un comunista que desafió a Franco en España ,vivió por un tiempo en la clandestinidad, en casa del poeta Angel González, con identidad falsa, hasta que fue deportado.
En 1943, estábamos en una emboscada otros resistentes franceses y yo...Y viene un soldado alemán con su moto; se acerca a un río a beber agua, supongo ; nosotros le vigilamos, era una ocasión perfecta para disparar, quitarle el arma, quedarnos con su moto. Y cuando vamos a disparar el chico se pone a cantar "La paloma" en alemán. La infancia española me golpea en pleno rostro. ¡Era una canción de mi infancia, de la calle, de Madrid! Yo no podía disparar contra aquel pobre soldado alemán.
De mi llegada al campo de concentración tengo un recuerdo clarísimo: Un tren en el que estoy cinco días y cuatro noches, 120 personas apretadas en un vagón de mercancías; tanto que yo,
durante todo el viaje, casi nunca pude tener los dos pies apoyados en el suelo al mismo tiempo.
Allí nadie respiraba, el calor era insoportable...
Al llegar a la estación del campo, la escena era wagneriana. Un sitio con focos potentísimos en la mitad de la noche, los perros de las SS, las águilas hitlerianas. Y llegas a una puerta monumental, y a partir de esa puerta, el silencio...
Lo más difícil de recordar es la posibilidad del hombre de hacer el mal. En mis recuerdos del campo no insisto voluntariamente en los horrores que puede provocar la posibilidad humana de hacer el mal. Insisto en la posibilidad de hacer el bien. Yo prefiero recordar al hombre rompiendo un trozo de su pan para dárselo a un compañero.
Ahora estoy escribiendo Estación de ánimas. Es un libro muy extraño. No es una novela, ni un relato, ni un ensayo. Parte de una sentencia de Séneca, sobre la muerte: "Postem morten nihil est". La muerte misma no es nada. Eso es para mí la muerte, y eso es lo más angustioso, no es nada. La idea de nada".