Una palabra bella es el adjetivo efímero; es sonoro, sutil y también es hermoso su significado. Nos atrae su poder, su capacidad de transformación escondida, su misterio. Un suceso fugaz, un pestañeo del pensamiento, una vuelta de tuerca emocional pueden ser definitivos. Cierta mañana de verano, mi bebé me sonrió por primera vez y supe inequívocamente que sería imposible ser nunca más feliz que en aquel instante.
Ahora mismo evoco la fugacidad de un rayo de luna sobre el rostro de mi pareja en la alcoba, el olor de los jazmines de Granada, un roce delicado de una piel. También recuerdo aquellos tres minutos interminables cuando me tragaba el mar y no había arriba, ni abajo, sólo oscuridad, arena, golpes y miedo (tenía 5 años y fue en la Costa Brava). Si lo pequeño es infinitamente divisible, lo efímero puede ser infinitamente duradero. Un segundo puede permanecer para siempre en la memoria. En un instante se gana la gloria, en un segundo se pierde una vida, ¿hay algo más permanente?.
Está claro, lo efímero es fascinante. Algunos hombres regalan plantas en vez de flores porque duran más, pero a algunas mujeres nos gustan las flores porque duran menos. Lo duradero debe ser el optimismo, la esperanza, la curiosidad, el amor...
La fugacidad es una cualidad necesaria, sin la cual se desvirtuarían ciertas conductas, ¿Cuánto tiene que durar un abrazo? ¿A caso si es prolongado es más cariñoso? ¿O sólo es más asfixiante?. Las personas que tienen talento corporal saben decir mucho en un segundo de intensidad.
Efímera puede ser también la gloria por la que antiguos conquistadores lucharon con ávida ambición. Viene a mi memoria Alejando Magno, que se hizo con un gran imperio en plena juventud. Sin embargo, contrajo la malaria, de la cual, no se recuperó, y el 13 de Junio del 323 a.C. a la edad de 32 años y 8 meses, sucumbió al más implacable de los enemigos, la muerte.
Ciertos sabios indios dijeron de él: "Rey Alejandro, cada hombre es dueño tan sólo del suelo que pisa... después de haber conquistado la tierra de varios continentes, al morir ocuparás sólo la tierra que basta para que tu cuerpo reciba sepultura".